Carlos Ravelo Galindo, afirma:
No lo vivieron la tragedia, pero sí aprendieron a repetir ésta fecha: “Dos de octubre no se olvida”. En fin, son los “recuerdos del porvenir”, nombre de una famosa pulquería. La escritora, sicóloga, Rosa Chávez, nos habla, también de otra desdicha. Y asimismo del dolor que ha causado. Nos comenta que los dos movimientos telúricos dejaron devastado nuestro país, el mismo día, 19 de septiembre a 32 años de distancia.
Después de doce días después del otro terremoto que devastó Chiapas y Oaxaca. Explica varias diferencias: la tecnología permitió que rápidamente se comunicaran con sus familiares, además, con los protocolos de seguridad y el número de personas fallecidas fue mucho menor.
La población en su conjunto experimentamos sentimientos encontrados. Coraje, tristeza, miedo, desesperación. La angustia se desplazó a las redes. Exigió que los recursos para las campañas políticas fueran destinados a la reconstrucción. Reclamó resentida, ¡fuera diputados y senadores, No sirven para nada! Mientras tanto el Presidente Peña Nieto se mostró cercano, aparece en el centro de la tragedia y continúa con los avances de la reconstrucción en los medios.
Le llueven críticas, porque para la mayoría nada resulta lo correcto. Se saturaron de tal manera las redes sociales que daba la impresión, parecía, que no importaba la tragedia, las personas fallecidas. Las pérdidas económicas, las vías de comunicación, los daños a escuelas, los hospitales. O el empleo que se perdió.
El repudio al poder legislativo y a los partidos políticos, no ha parado, al grado que los dirigentes de los partidos, respondieron volviéndose altruistas al ofrecer cierto porcentaje del financiamientopara las campañas. Se paran el cuello con el dinero de nuestros impuestos. A pesar de que sabemos que nuestro país es una zona sísmica, las leyes de la naturaleza nos parecen injustas. Inmersos en el dolor, el terremoto nos dio la oportunidad de mostrar la fortaleza de la que está hecho el pueblo mexicano. La solidaridad de propios y extraños nos llena de esperanza. Se tiene que aprovechar o se corre el riesgo que, la solidaridad emocional del momento de la tragedia disminuya o desaparezca.
Coincidimos con doña Rosa que “Nuestro país está lastimado, que la tragedia es la gota que derrama el vaso, en suma a las otras crisis que de antaño padecemos: pérdida de confianza, corrupción, impunidad, división orquestada entre partidos políticos para desunirnos, incluso guerra entre géneros. No se debe perder de vista que el orden emerge a través del caos, pero, es necesario evolucionar, transformar el coraje, canalizarlo adecuadamente, para que la crisis que sufrimos se transforme en crecimiento. La sociedad está quebrantada, detesta a los partidos políticos. Se les acusa de insensibles y corruptos.
Pero, reconoce que la clase política no son entes aparte, son hermanos, padres, hijos de alguno de nosotros. Por ello es necesario revisarnos, como dijo Gandhi:” antes de juzgar a tu vecino, da dos vueltas por tu casa. ¿Creen que están libres de responsabilidad?” Todos, de una u otra manera estamos inmersos en esta red de corrupción que se da través del soborno, cohecho, peculado, desvío de recursos, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito.
El que explota a sus trabajadores. El que compra artículos ilegales. El que no respeta las reglas de tránsito, en fin. Urge transformar nuestro país, se necesitan ciudadanos comprometidos, esos que se han desbordado en la ayuda a las víctimas del terremoto. La solidaridad tiene que canalizarse en transformar a México, este país maravilloso que cuenta con tantos recursos.
El siguiente paso es la reconstrucción. Cuidar que no esté marcada por la ambición y la corrupción, sino por las necesidades sociales. A pesar del dolor y las pérdidas, luchemos brazo con brazo para confirmar, lo que dijo la antropóloga Margaret Mead:
“Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado”
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